Hace exactamente 10 años (más o menos a esta altura del año 2014), empecé un desafío llamado 100 Happy Days o «100 días felices». Era una iniciativa sencilla que encontré por internet, en una página web que te invitaba a llevar un registro fotográfico de lo que te hacía feliz durante 100 días. Mirando hacia atrás, no puedo dejar de pensar en lo importante que fue para mí ese proceso, en un momento en el que mi vida era un verdadero caos.
Para poner un poco de contexto, en ese entonces con 32 años, mi cuerpo empezó a mostrar señales de agotamiento que yo no entendía del todo. Empecé con ataques de pánico por primera vez y mirando mi vida hacia atrás es bastante claro que estaba completamente desbalanceada. Trabajaba 10 horas al día y viajaba otras 4 en transporte público. Estaba inmersa en la construcción de mi casa, un proyecto que suele generar mucho estrés. Además, había perdido tres embarazos y estaba en pleno tratamiento para poder intentar el cuarto, empezando con inyecciones diarias. En mi trabajo me habían ascendido y de repente tenía más responsabilidades y un equipo a cargo. Y por si fuera poco, estaba viviendo de prestado en la quinta de mis suegros, donde aunque el lugar era hermoso, no era el ideal para pasar un invierno. Todo eso estaba pesando mucho en mi mente y cuerpo, hasta que este último decidió frenar por mí. Hoy agradezco su sabiduría.
Después de un par de semanas de licencia, me di cuenta de que necesitaba hacer algunos cambios. Así fue como, entre muchas otras decisiones, decidí iniciar los 100 días felices con el objetivo de registrar las pequeñas cosas que me alegraban en el día a día (y que muchas veces pasan desapercibidas). Tomaba una foto diaria y la subía, de manera oculta, a mi Facebook. Era 2014, así que esa plataforma fue mi diario visual. Ahora, diez años después, miro esas fotos y me doy cuenta de lo importantes que fueron esos momentos, aunque en su momento parecieran trivialidades.
Mirando las fotos me encuentro tomando un helado con mi hermana y mis sobrinos, que eran re chiquitos. O un día en el que empecé un libro, otro en el que lo terminé. Un desayuno con jugo de naranja mirando el parque. Cosas simples, pero que realmente son las que hacen a nuestras vidas. Les comparto algunos ejemplos 🙂
¿Hice un registro de los 100 días exactos? No. De esos 100 probablemente tengo unas 70 fotos y algunos días de solo texto, pero creo que ahí también radica la magia de estas cosas: no importa la perfección, importa rescatar esos momentos valiosos.
Hoy, intento reemplazar ese registro visual con mis hojas matutinas, una práctica que disfruto mucho. Sin embargo, me doy cuenta de que en esas páginas no suelo capturar las pequeñas alegrías cotidianas de la misma manera que en una foto, que tienen un poder especial para traer esos recuerdos a la superficie.
No tengo una conclusión cerrada para esta experiencia, pero sí sé que me gustaría registrar más de esos momentos felices en mi vida. Por eso, hoy quiero dejar la firme recomendación de llevar un diario, escribir los pensamientos o, si alguien está pasando por un momento complicado, probar con los 100 días felices. A mí, en su momento, me ayudó muchísimo a reencontrarme con lo bueno que había en mi vida y lo recomiendo totalmente. Les comparto la página web oficial que, aunque viejita, sigue existiendo: 100happydays.com
A modo de conclusión, valoremos las pequeñas cosas y los momentos cotidianos, que la suma de todo eso construye nuestras vidas.♡
Beso,
Sofi.-
Foto de portada: Thought Catalog en Unsplash