Lo sé, estamos en enero, pero quiero dejar por escrito mi experiencia con la vuelta al arbolito de Navidad artificial, después de haber probado con uno natural la Navidad anterior.
El resumen sería que, volver al árbol artificial, me trajo paz 🙂
Les cuento un poco mi experiencia.
Hacía años que quería probar con uno natural. Allá por el 2014 había improvisado uno con ramas que para mí estaba hermoso, pero nuestros sobrinos por separado se habían deprimido al visitarnos por la ausencia de hojas. Así que esa opción quedó descartada.
Entonces en el 2015 compré un pinito artificial que pasó varias Navidades en el rincón de mi casa donde siempre lo pongo. Desde el primer momento me di cuenta que quedaba chico, pero a medida que pasaban los años y aprendía más sobre decoración, tuve que cambiarlo.
Así fue como llegó el pino artificial hermoso de Alparamis que tengo hace ya varios años y, aunque me encanta, re tenía ganas de probar con uno de verdad.
La experiencia con el pino Thuja en el 2023 estuvo bien, pero no terminó de funcionar para nuestra casa. Aunque elegí el más grande que encontré, era apenas un tercio del tamaño de mi árbol artificial de dos metros, y eso dejó a todos medio decepcionados. A mis hijas no les gustó que fuera tan chiquito, y yo tampoco sentía que llenara ese rincón que está tan acostumbrado a su árbol protagonista.
Además, el mantenimiento no fue fácil. Había que regarlo con cuidado, algunas hojas se pusieron feas y, después de Navidad, lo llevé al fondo, donde sigue medio vivo, medio muerto. No fue la mejor experiencia, y por eso en 2024 volvimos al árbol artificial: más práctico, más lindo y con menos trabajo para todos.
De hecho, este año me relajé muchísimo. Por primera vez en 10 años, no me preocupé por sacar fotos perfectas del árbol. Dejé que mis hijas lo decoraran como quisieron, sin ajustar ni un adorno. La base la cubrí con unos almohadones porque el canasto que solía usar se rompió el año pasado. Tampoco compré adornos nuevos: todo lo que usamos era lo que ya teníamos. Y, aunque quizás no fue el árbol más perfecto, era hermoso igual. Más importante: disfruté relajada y en paz.
Ahora, desarmando el arbolito, me invade una mezcla de emociones. Diciembre siempre me genera una alegría distinta, un brillo especial. Es un mes que empieza con mi cumpleaños y está lleno de caos, pero también de momentos que me encantan: ver el árbol encendido, hacer balances, escuchar música navideña. El espíritu navideño es único, y por eso despedirlo siempre me da un poquito de tristeza.
Pero, como cada año, el arbolito en esta casa se desarma el 6 de enero, cerrando este capítulo hasta fin de año, cuando volverá a llenarnos de magia.
¿Vos cómo viviste tu Navidad? ¿Te relajaste con el árbol este año o sos de las que buscan que quede perfecto?